domingo, 4 de abril de 2010

Pequeña parte de la historia de Sudáfrica



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En 1838, el general bóer Piet Retief encabezó un millar de carretas de bueyes cargadas de hombres, mujeres y niños hasta el corazón del territorio zulú. Dingaan, el rey zulú, miró a los expedicionarios con aprensión. Le habían llegado informaciones de que se quedaban con todas las tierras por las que pasaban, pero también había oído que habían infligido pérdidas terribles a las tribus negras que habían intentado oponerse a ellos. El primer instinto de Dingaan fue mantenerse firme y luchar. Al fin y al cabo, los zulúes eran los guerreros más valientes, disciplinados y temidos de todo el sur de África. Generaciones anteriores de su pueblo habían barrido todo lo que encontraban a su paso, como parecía que estaban haciendo ahora los bóers. Pero este enemigo tenía caballos y rifles, y el rey zulú pensó que más valía tratar de llegar a un acuerdo que enviar a los lanceros de su impis contra ellos. Así que mandó a unos emisarios a ver al general Retief y le invitó a su kraal real, con la propuesta de buscar una fórmula que les permitiera convivir en paz.

Retief, de quien los libros de historia dicen que era un hombre honorable, aceptó la invitación, pese a las advertencias de parte de su gente de que no se fiara del rey zulú, que había ascendido al trono después de asesinar a su medio hermano, Shaka. Pero Retief calculó que Dingaan no sería tan imprudente como para hacer lo mismo con el líder de un gran contingente de hombres blancos fuertemente armados.

El 3 de febrero, Retief llegó a la capital zulú de uMgungundlovu, que significa “el lugar secreto del elefante”, con un grupo de 69 hombres y ofrendas de ganado y caballos para Dingaan. Las cosas fueron bien. Antes de que acabara el día siguiente, las dos partes acordaron un tratado por el que Dignan cedía grandes franjas de tierra a los pioneros bóer. Para celebrar el pacto, el rey invitó a Retief y su grupo a una fiesta dos días después, con danzas tradicionales zulúes. Les dieron instrucciones de dejar sus armas fuera del kraal real, y así lo hicieron ellos. Entraron, se sentaron y, cuando la danza alcanzaba su frenético clímax saltarín, Dingaan se levantó de golpe y gritó: “¡Bambani aba thakathi!” (“¡matad a los magos!) Los guerreros del rey dominaron a Retief y sus hombres y los llevaron a una colina cercana en la que los masacraron.

Historia de Piet Retief y Dingaan, conocida por los niños sudafricanos en edad escolar, como parte de la historia de su país.
Fragmento extraído del libro El Factor Humano, de John Carlin.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pregunto qué lectura harán los niños cuando lean esta historia. O qué lectura le harán quienes se la lean.

TORO SALVAJE dijo...

Bonita manera de limar asperezas.
Jo.

Saludos.

tia elsa dijo...

Será la historia verdadera? evidentemente no era de fiar. Besos tía Elsa.